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Anka Zhuravleva.

El eco de las palabras
que atónita escucha
carcomen ferozmente su alma
la dicha se resbala de los labios
más allá el sol mordisquea una nube
mientras la sangre de miedo se congela

Sus ojos afligidos tienen atragantado un grito
el espejo intenta dialogar con su rostro abatido
sortea en el rebosante callejón a los viandantes
la silueta de la puerta conocida le ofrece salvación

¿Y ahora qué haré con esta oscura sentencia?
Mientras solloza sobre el frío ventanal
la noche consume sosegadamente el azul naranja
el viaje es impostergable
ya no espera nada
pues el mundo súbitamente
se ha convertido
en un rectángulo.

Xiomara Berrios.